jueves, 29 de junio de 2017

VALENCIA-LUXEMBURGO, LUXEMBURGO-VALENCIA.

Hoy hace tres días que he vuelto de un viaje maravilloso por un país inigualable, fantastico, maravilloso.

La verdad es que lo último que tenía en mente hace unos meses era viajar y menos a un país tan lejano, pero cayó en mis manos un folleto con unas fotos preciosas y me quedé embelesado al momento.
Ya he dicho que no tenía pensado viajar ni mucho menos, pero sobrevolé su espacio aéreo de vuelta de un viaje corto y poco placentero y me llamó la atención, así que al llegar a casa, busqué un folleto sobre este país y al ver las fotos, pregunté por tener mas información y las críticas fueron muy buenas, inmejorables; no habían muchas opiniones pero las pocas que habían eran muy buenas.

Me interesé por la geografia del país, rebusqué en su historia, su demografía, su arte y sus monumentos; eso si, ya aviso que su gastronomía no es su punto fuerte, aunque tienen una gracia especial para servir las albóndigas con tomate, con una sonrisa y un calor que te hacen pensar: por qué no encontraré yo donde me cuiden así???

Me puse en contacto con su embajada y me trataron con mucha cordialidad, con una calidez especial, con mucha profesionalidad y fueron muy simpáticos conmigo y fruto de ese contacto al poco recibí una invitación para hacer un pequeño tour de un par de días.

Y que días...fantásticos, así, sin más, unos días de ensueño que me permitieron conocer un poco el país además de todo lo que había leído sobre el. Volví enamorado de ese precioso país, de su alegria, de su calidad de vida y sobre todo de la paz que sentí esos días allí; estaba decidido a repetir el viaje y cuando volví a casa, al recibir una nueva invitación no me lo pensé, hice la maleta y me escapé corriendo allí.

Y si, fue otra escapada maravillosa, de esas que hace plantearte si no deberías cambiar de residencia, de una vez, para siempre, de echar raices de esas bien profundas y gruesas que nadie es capaz de arrancar y disfrutar del resto de vida que te quede.

Antes de finalizar la estancia, recibí una carta por parte de la presidencia del país en la que se me invitaba a quedarme en el país a vivir, de hacer mío este y en el que me ofrecían el permiso de residencia, para quedarme a vivir allí permanentemente. Por supuesto, acepté encantado.

Así que cogí mi pocas pertenencias, las empaqueté, tiré todas aquellas que venían de mi pasado y no me aportaban nada y me instalé alli, me instalé en Luxemburgo, el país mas maravilloso del mundo.

A partir de ese momento, me dediqué a conocer sus valles, sus monumentos, sus rincones especiales; me perdí por sus calles, disfruté de sus montañas, paseé por sus parques, conocí su rica cultura y me mezclé con sus gentes, acogedoras como pocas. Pude reír con sus habitantes por las ingeniosas y divertidas ideas y anécdotas que me contaban y sobre todo por ese dulce acento que les llevaba a comerse las ''s'' al final de las palabras como cuando por ejemplo decían ''me encanta'' cuando lo que en realidad querian decirte que les encantabas tu, querian decir ''me encantas, con muchas Ssss''

Disfrutaba solo sentándome en un parque y observando el país moverse sin que nadie se percatase de mi curiosidad, admirando cada detalle insignificante, cada marca en la piedra de alguno de sus monumentos, llenando mis pulmones con el aroma que desprendían sus flores en las noches de primavera, cuando caminaba lentamente por sus avenidas, cuando mojaba mis pies desnudos en sus ríos o cuando me empapaba con una de sus tormentas de lluvia mientras saltaba de charco en charco como un niño, como un niño chico y feliz.

Pero no todo era idílico en este país, tambien tenía zonas no tan bonitas, zonas devastadas por catástrofes pasadas, por tormentas nada perfectas que dejaron secuelas que aun hoy pueden verse a poco que uno sepa donde buscar; al fin.y al cabo esas zonas que todo país tiene pero que tras decubrirlas en este decidí que tenía que reparar y adecentar, para que en un futuro volviesen a ser tan preciosas como el resto del país: nada que un.poco de cemento, masilla, pintura, esfuerzo y sobre todo, mucho cariño no pueda reparar.

Pensé que por fin había encontrado mi lugar en el mundo, tras tantos años vagando por países de los que de algunos guardaba  muy buenos recuerdos, pero que no habían llenado mi alma al 100% como si que había hecho Luxemburgo: cada día me sentía mas a gusto y tenía planes para mi nueva vida allí, tenía muchos planes de futuro.

Las autoridades del pequeño país (porque realmente no es tan grande como todo el mundo piensa allí...) estaban satisfechas con mi estancia en el mismo pero de repente un día apareció la Policía a tocar el timbre de mi apartamento, me mostraron un papel del juez en el que se me acusaba de cosas de mi pasado, cosas olvidadas y prácticamente prescritas. A toda prisa me hicieron meter mis cosas en una maleta y me llevaron al control de aduanas del aeropuerto: me iban a deportar y no podía creerlo.
Me subieron a un avión a la fuerza y por mas que yo protestaba no parecía servir de nada y cuando el piloto se disponía a encender los motores, los agentes de Policía recibieron una llamada telefónica en la que anulaban la deportación y les ordenaba devolverme a mi apartamento con la condición de que al día siguiente tenía que presentarme en el ministerio de la presidencia para mantener una reunión; por supuesto no falté a dicha reunión y en ella me explicaron que bueno, las noticias que habían recibido de asuntos de mi pasado no coincidían con la imagen que se habían hecho de mi por mi comportamiento y que aunque mi estancia en el país seguía bajo las mismas condiciones, iban a controlar de que mi comportamiento fuese el adecuado, ya que tenían en mente darme la nacionalidad en un futuro.

Al escuchar esto me sentí muy contento y tambien muy consciente de la responsabilidad que ello llevaba implícita, ya que me constaba que en anteriores ocasiones, habían otorgado dicha nacionalidad a personas que demostraron no estar a la altura de la misma y defraudaron la confianza que en ellos se depositó. No, no podía defraudar a este país tan maravilloso e intenté implicarme mas aun en el día a día de este maravilloso país; estaba dispuesto a ser alguien importante para el país, alguien con peso, el presidente del país...que coño el presidente? No, el presidente no, estaba decidido a ser mucho mas, estaba dispuesto a ser el rey, el Rey de Luxemburgo, nada mas y nada menos.
Y sembré flores en sus jardines, limpié sus calles, cuidé de sus habitantes mas desfavorecidos, canté su himno con la mano en el corazon y lágrimas de emoción en mis ojos y no por mi horrible voz al cantarlo, si no porque lo sentía mío, sentía Luxemburgo como algo que sería mío de por vida.

Un tiempo después fui llamado otra vez al Ministerio para una reunión y no pintaba bien, la verdad. Una vez allí, en el despacho, me explicaron que iba a ser deportado otra vez. Al preguntar sobre el motivo, me dijeron que esta vez no había sido por culpa mía, solo era que el país estaba pasando por una crisis interna y que en.esas condiciones no podían hacerse cargo de la preocupación que conllevaba el darme la nacionalidad y mas si pretendía ser el rey del país. De nada sirvió el.que intentase ver que mi nacionalidad y mi estancia en el país hasta entonces no suponía un.priblema, que venia a ayudar, a mejorar un.pais casi perfecto y que el bienestar del país y sus habitantes era mi prioridad; no lo entendía, pero debía respetarlo si realmente me importaba el bienestar de Luxemburgo.
Llamaron a un par de policías fronterizos para que me acompañasen a mi apartamento a recoger mis cosas y me llevasen al aeropuerto a coger el avión que me trajese de vuelta a Valencia.
Recogiendo mis pertenencias olvidé un tarro de crema en el baño de mi apartamento y cuando llegando al aeropuerto lo recordé, uno de los policías de fronteras me dijo que no importaba, que así quedaría un recuerdo mío que alguien vería cada mañana al levantarse y le traería buenos recuerdos.

Pegué un vistazo, un último vistazo al país, a las vistas tan espectaculares que poseía y los ojos se me humedecieron de impotencia y de pena por todo lo que dejaba de mi en ese país y por todo lo que Luxemburgo me había dado en este tiempo; Luxemburgo me había transformado en otra mejor y distinta a la que cogió un avión hacía un tiempo. En.el ultimo momento y a la deseperada, envíe al Ministerio un email explicándoles mis motivos para querer quedarme en el país y formar parte de el, apelando a sus recuerdos y a que analizasen lo que tanto a mi como al país le había supuesto nuestro tiempo juntos.

Abrochándome el cinturón de seguridad, con los motores ya encendidos subió uno de.los policías fronterizos y me informó que si quería hacerlo, podía quedarme, ya que el Ministerio había valorado mi insistencia al querer quedarme en el país. La felicidad hacía que mis pies no tocasen el suelo, la sonrisa había ocupado toda mi cara y el corazon me.pegaba saltitos de gozo en el pecho.

Y cuando todo parecía que levantaba el vuelo, cuando mas claro estaba y tenía hechas hasta las fotos del nuevo carnet de identidad luxemburgués se volvió a presentar la Policía de fronteras junto con 2 funcionarios en mi apartamento con una orden de expulsión del país de manera inmediata.

Me hicieron recoger todas mis pertenencias, meterlas en mi maleta y salimos camino del aeropuerto en un coche oficial donde al llegar me llevaron directamente a las oficinas de Extranjería; allí, vino un alto cargo de ministerio y me explicó, que la situacion interna del país no era precisamente buena, que había tensiones y grandes problemas por arreglar que tardarían un tiempo indeterminado en estar en orden y que en estos momentos y a pesar de mi gran esfuerzo por integrarme en la vida del país era imposible no ya el darme la nacionalidad, si no siquiera el permanecer en Luxemburgo, que lo mas adecuado era que abandonase el país para siempre y que por favor, no llamase a su embajada, ni mandase mensajes ni cartas solicitando volver al país ya que la situacion.politica actual era muy mala y dudaban de que se pudiese solucionar a corto/medio plazo y que tampoco querian que hiciese un esfuerzo que casi seguro seria estéril.

Mi cara no era de perplejidad, ni de enfado, era una mezcla de dolor, derrota y sorpresa, una muestra de lo que sentía por dentro. Decidí no insistir, simplemente subí al avión, me senté abatido en mi asiento y vi desde el cielo como Luxemburgo se iba haciendo mas pequeño por la ventanilla al mismo tiempo que los labios me temblaban de impotencia.

Los siguientes días fueron malos, muy malos, sin ganas de comer, sin ganas de salir de casa y con la cabeza echa un lío...y el corazon roto.
Seguí con mis rutinas diarias, las mismas que tenía antes de Volar a Luxemburgo por primera vez, trabajo, paseos, gimnasio, pero nada era lo mismo, el vacío que sentía en mi interior no se llenaba, no daba señales de que fuese a llenarse y sinceramente, tampoco quería que fuera así, quizás por ese regocijo en lo malo al que tiende el ser humano cuando las cosas vienen mal y duelen, una especie de tendencia suicida y perfeccionista ante la adversidad: si la cosa esta mal, vamos a hacer que se note, que duela a tope.

Los días fueron pasando y mas que días parecían semanas, de lo lento que pasaban y en mi cabeza no paraban de desfilar recuerdos e imágenes de mi estancia en Luxemburgo, los paseos por sus calles, sus preciosos atardeceres frente a un lago, la.musica que salia de sus locales por las noches mientras me perdía paseando por avenidas empedradas y llenas de setos con rosas de color de rosa...y uno que es cabezón, nunca tiró la toalla ni perdió la esperanza, la esperanza de volver algún día a su país preferido, al país de su vida, por eso la sonrisa volvió a mi cara cuando hace unos días recibí una carta del Ministerio de la Presidencia de Luxemburgo en el que valorando todos los esfuerzos hechos para mejorar el país, me concedían un visado temporal de turista para que pudiese volver a viajar, si mas expectativas de futuro por el momento, tan solo viajar y mas adelante ya se verá si la situación mejora.

Y bueno, les voy a dejar, que tengo que coger un avión...y como la esperanza es lo último que se pierde, yo sigo empeñado en ser el Rey, el Rey de Luxemburgo.

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