sábado, 24 de enero de 2009

EL VIAJE

Te levantas un dia, nada en la agenda siempre vacia, el sol que se cuela entre los plieges de la cortina y una incipiente sensacion de estar escapando de algo al coger lo justo y meterlo en una gastada y zurcida mochila.
Salir a la calle sin un rumbo y con la brujula puesta en la salida mas proxima de esta agobiante y caotica ciudad, con el unico afan de hacer ruta, tener el camino delante y disfrutar del viaje sin pensar mucho en el destino.
Que es la vida si no un viaje sin destino final? en el que el camino aparece cada dia por muy planificado que tengamos el recorrido, pasando por las personas como quien visita una ciudad, buscando quiza el "echar raices" en alguna de ellas.
Y ver pasar el paisaje ante ti, disfrutando de los pequeños detalles que encuentras al caminar; una cara tras un cristal de un coche, una pajaro en el arcen, el tañido de una campana que da las horas en un campanario vetusto en un pueblo alejado de las rutas principales marcando la vida de los abuelos que toman el sol a la entrada de sus casas.
El sabor de una cerveza en un bar de carretera, un cafe cargado mientras escuchas el telediario en el bar de cualquier cooperativa rural, rodeado de caras extrañas unas veces amables y otras suspicaces ante el "forastero de la moto gorda".
Y llenar el estomago con un plato de guisado y pan recien hecho, de comida casera, de la que hace la Asuncion en la cocina de ese pequeño bar para camioneros y transportistas, una tortilla de patatas entre lonchas de jamon, en bocadillo y envuelto en papel de aluminio, para comertelo sentado en una piedra de algun mirador, disfrutando de la vista de un arroyo corriendo entre pinos.
Sacarle el placer a salir de la monotonia, sin spas, sin hoteles de diseño, sin ski por narices en invierno, ni zonas de costa abarrotadas en verano. Pasar por la vida de la gente con la que te cruzas, sabiendo que quiza ese niño con su bicicleta, ese que te pregunta cuanto corre tu moto estará años despues siguiendo tu ejemplo, haciendo camino, como el motorista aquel que recuerda de su niñez, que paso un dia por su pueblo y le enseñó a soñar en algo mas que pegarle patadas a un balon o meter bolas de cristal en un agujero en el suelo.
Viajar sin mas sin saber donde ir pero sabiendo a donde volver.