domingo, 25 de junio de 2017

CUENTO DE LA ROSA HERIDA, SU URNA Y EL HOMBRE SENCILLO QUE SOLO SABIA AMAR.

Erase una vez una preciosa rosa que vivía dentro de una urna, una urna de esas de cristal con un pomo arriba del todo, para levantarla cuando haga falta.
La rosa en cuestion no estaba en su mejor momento, algunos de sus pétalos habían caído, su color, a pesar de que ella intentase disimularlo con maquillaje no era el que debía tener y acusaba una mas que palpable falta de riego.

Los días pasaban para la rosa dentro de su urna y cada día que pasaba se marchitaba un poco más perdiendo ese esplendor que toda rosa preciosa debe tener...y no tenía pinta de mejorar la cosa.

Un día, pasó por allí un hombre, un hombre sencillo, trabajador, buena persona a pesar de su imagen, un hombre que solo andaba perdido, que no tenía un camino decidido ni un destino al que llegar. En su andar, el hombre sencillo casi tropieza con la urna que mantenía en su interior a la rosa, por casualidad, casi por accidente; se agachó un poco, porque la rosa era alta pero no tanto como ella se creia, y observó a la rosa. Vio que la rosa tenía una pinta estupenda desde fuera y es que el calor hacia condensación en la urna de cristal y difuminaba lo que realmente había dentro, lo hacia lucir de una manera artificial que ocultaba lo que realmente había dentro.
Su primer impulso fue levantar la urna para ver si la rosa olia tan.bien como parecía, pero al coger el pomo para levanta la urna, una voz salió del interior de la misma:
- No por favor, no levantes la urna, me puedes mirar pero desde fuera, la urna está prohibido levantarla.

El, que era un hombre para quien el respeto era algo primordial, hizo caso, pero a medias; colocó un trocito de madera en la base de la urna para que esa condensación desapareciese un poco, poder admirar mejor la rosa y de paso, que saliese un poco de su perfume, que el sabia que sería un aroma maravilloso y es que de aromas él si que sabia un poco.

Ese día él se fue pero con.la sensación de que volvería.
Y volvió a la mañana siguiente, cogio con fuerza otra vez el pomo, pero antes de tirar de el le dijo a la rosa:
-Mira, yo no quiero molestar, pero estoy viendo que no estas muy bien y que necesitas salir de ahí, que te de el aire, que tus raices beban un poco de agua bien fresca (el tinto de verano tambien serviría), y que el fresco de la mañana repare tus pétalos y les devuelva el color y la luz que por naturaleza deben tener.

La rosa, esa preciosa rosa de color de rosa se negó, pero un poco menos que el día anterior y permitió que el hombre sencillo levantase un poco mas la urna y así, mientras la condensación una desapareciendo fueron hablando, ella dentro de su urna y el sentado en el suelo, con la pierna izquierda encogida y la derecha extendida, que ya no era un niño y toda una vida de vagar sin encontrar su lugar le había dejado alguna que otra lesión y cicatriz. Hablaron de sus vidas anteriores, de lugares visitados, de pequeñas costumbres cotidianas que hacen una idea de la persona que tenemos enfrente, de proyectos y sueños por cumplir, de los golpes que la vida les había dado y que los habían convertido en lo que eran en la actualidad, el un hombre sencillo que vagaba y ella una rosa metida en una urna.
Llegó la hora en que el sol empieza a ocultarse y el, antes de irse, sacó una cantimplora que llevaba al lado del corazon y regó un poco la pocha rosa que empezaba a ser una rosa sonriente y coloco otro trocito de madera que levantase un poco mas la urna para que la rosa respirase.

Al día siguiente estaba al lado de la urna a primera hora de la mañana, y al otro día tambien y así un día tras otro, siguiendo la misma rutina, hablar con ella durante todo el día, reírse ambos, disfrutar el uno del otro y a última hora de la noche echar un poco de agua, levantar un poco la urna y marcharse a su casa.

Así siguió haciéndolo día a día y la rosa empezó a cambiar de aspecto; poco a poco sus pétalos fueron recobrando su color natural y aquellos que parecía que iban a caer fueron volviendo a su posición natural, pareciendo tan fuertes como el resto. Esa noche, cuando el sol empezaba a ocultarse, el se puso en pie para marcharse, se quitó el polvo de los pantalones y tras un segundo de quedarse pensativo le dijo a la rosa:
-Sabes? No me apetece nada irme, me quedaría un rato más, para mirar las estrellas a tu lado durante un momento.
La rosa, bajo un momento la mirada, suspiró muy bajito, alzó la vista y mirándole a los ojos le contestó:
-quédate esta noche junto a mí, contaremos las estrellas una a una.

Y se quedó allí, junto a ella, toda la noche y contaron las estrellas, miraron la cara visible de la luna, especularon sobre lo que habria en la cara oculta y al final, se quedaron dormidos uno junto al otro.
Unos segundos antes de que el sol saliese por el horizonte, se despertó y ella estaba allí, dormida y él que aun no la había rozado siquiera con sus dedos sintió el deseo incontrolable de hacerlo y sin despertarla, metió la mano bajo la urna y con el reverso de sus dedos rozó el tallo de la rosa sintiendo el tacto de terciopelo de sus hojas.
La rosa despertó poco a poco, sonrió con cara de satisfacción, pero de repente, al sentir el tacto de la mano del hombre sencillo se estremeció gritando y de un.golpe sacó la mano del hombre sencillo de la urna y con otra la hizo caer de golpe mientras le gritaba:
- fuera de aqui, no puedes tocarme, vete, no quiero verte más!!!

Él se fue sin entender nada, con una cara entre sorpresa, incredulidad y culpabilidad, pero de camino a su casa, paró sus pasos, pensó que aquéllo no podia quedar así y volvió atrás.
Volvió atrás con decisión, resuelto a aclarar lo que habia pasado y cuando llegó a su lado, soltó su mochila en el suelo y le espetó:
-pero a ti que te pasa? Que es lo que te hecho tan malo para que me trates así? Tan duro es dejarse querer? Tan poco te importa todo el cariño que dices que te he dado??

Ella, mas fría de lo que acostumbraba últimamente le contestó:
-Lo siento, pero no puedes tocarme, no puedes quererme, no te quiero en mi vida porque sé que al final nos haremos daño, como me lo han hecho todos en mi vida y como se lo he hecho a todos cada vez que he querido a alguien. Es mejor que te marches y no vuelvas, que sigas tu camino y no te pares a mi lado, porque yo no te necesito, ni a ti, ni a tus cuidados, ni tu cariño, ni siquiera a la sonrisa que me provocas. Estoy condenada a no amar de verdad y a no dejar que me amen. Vete o algún día me reprocharás que he sido lo mejor que te ha pasado pero tambien lo peor.

El sin entender nada de lo que le estaba diciendo,intentó hacerla cambiar de parecer, hacerle ver que estaba equivocada:
-pero por qué me dices esto? No entiendo que me digas nada de esto ya que yo solo me he dedicado a cuidarte y quiero seguir haciéndolo, porque sé que lo necesitas, porque es evidente que le sienta bien a tus pétalos y porque me encanta hacerlo, le ha dado sentido a mi vida que estaba perdida y sin esperanza. Yo se que otros que se han acercado a ti te han hecho daño, se que les has pinchado con tus espinas; a pesar de que ellos intentaron calmarte con buenas palabras y regalos, os hicisteis daño mutuamente, pero yo mo te voy a hacer daño, no quiero nada de ti, solo cuidarte cada día y que tu me regales tu belleza y tu aroma.

Ella entonces, enfadada le dijo:
-No, no te creo, ahora eres muy bueno, amable y cariñoso conmigo, pero se que en el fondo no lo eres, se que hay algo de ti que duerme furioso oculto tras el corazón y el día que te enfades conmigo lo dejarás salir y me harás daño, mucho daño y yo te pincharé y tendrás ese dolor de por vida y no necesito esto ahora en mi vida, así que vete por favor, vete y déjame con mi tristeza.

El no se lo podía creer, las palabras que escuchaba le parecian dichas por alguien a quien no conocía. Hizo el intento de dar un paso adelante para acercarse a ella y ella gritó:
-Vete, que te marches te he dicho!!!

El hombre sencillo recogió su mochila y se marchó de allí triste, derrotado, confuso y sobre todo con el corazón roto.
Llegó a su casa e intentó comprender lo que había pasado, no le entraba en la cabeza que después del amor que ella le había dado, después de tantas risas, confesiones y horas diciéndose lo que sentían el uno por el otro, de repente ella lo tirase de su lado y decidió que no iba a abandonar, por ella, porque necesitaba de alguien que la cuidase y quisiese de verdad, pero tambien por el mismo, porque el tiempo que habían pasado juntos, el cariño recibido por parte de ella y la forma en la que lo miraba, le había devuelto la esperanza que ya había perdido, lo había salvado de volver a ser el hombre que un día fue y que quería sacar de su vida.

Así que a la mañana siguiente, a la misma hora de siempre volvió junto a la rosa, levantó la urna levemente como acostumbraba y derramó un poco de agua de su cantimplora para regar sus raices.
Ella lo miró extrañada y le dijo:
-Que haces aquí? Crei haberte dicho que no quería que volvieses, que no puedo darte lo que necesitas y mereces y que al final acabaré haciéndote daño. Sé que llegará un.dia en.que me digas que he sido lo mejor pero tambien lo peor de tu vida, como me pasa siempre y prefiero dejar de vernos ahora para que si ese día llegue, no suframos; no, no te necesito en mi vida ahora.

Él, que era un hombre con carácter pero ante todo tenía un gran corazón, sin enfadarse le contestó:
-No, lo siento pero no me voy a ir, me niego, me da igual que no me quieras, lo que yo siento por ti no lo puedo cambiar y voy a venir como cada día a cuidar de ti, porque se que todo lo que me has dicho no es verdad y solo tratas de apartarme de ti a cualquier precio. Y otra cosa te voy a decir, no, no soy un hombre malo, aunque mi apariencia pueda hacerlo parecer, lo fui hace mucho tiempo, pero tu cariño, la esperanza que has depositado en mi alma, la forma como me miras, todo eso y mas que tu me das me esta curando, está matando esa faceta de mi, ya que desde hace décadas no he podido ser yo mismo hasta que tu has sacado lo mejor que hay en mi y no, no pienso ser el mismo de antes, ya no puedo.

Sin dirigirle la palabra siguió haciendo lo mismo que hacía cada día, cuidarla y poco a poco fueron hablando y volviendo a reír, volvieron a ser los mismos de siempre y la rosa hasta permitía que el metiera tímidamente los dedos bajo de la urna y rozase sus hojas.

Y pasaron noches juntos y una de ellas, ella con las lágrimas de las rosas, unas lágrimas mágicas y curativas, le dijo que le quería, con todo su corazón y dejó que él la tocase y no se pinchó porque las espinas que cubrían el tallo de la rosa se escondían al sentir las manos del hombre sencillo y se amaron y se dijeron lo mucho que se querian y si, eran felices porque teniéndose el uno al otro los problemas siempre se podían superar.

CONTINUARÁ.....

Dedicado a malos tatuadores, a Hadas Chaladas de los Sueños que andan perdidas, a hombres sencillos que solo tienen sus manos para trabajar y su corazón para amar.
Dedicado a esa esperanza que no se puede perder porque si no la vida pierde aliciente.

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