miércoles, 25 de abril de 2018

RECUPÉRATE VIEJO AMIGO.

Te levantas un día cualquiera, abres esa puerta que tienes en el pecho y te sacas el corazón.

Lo dejas sobre la mesita de noche, al lado de tu cama, lo miras con una mezcla de rabia y pena y le dices:

Lo que me estás costando de criar. No paras de darme problemas, de latir fuerte y saltar cuando no debes y por quien no toca; haznos un favor a ambos, deja de joder, vale?
Mírate, estás hecho un asco, lleno de cicatrices, cosido, remachado y con un montón de trozos que te faltan perdidos en otros tantos mordiscos que te han dado.
Así como quieres funcionar bien?
Como pretendes darme la fuerza que necesito cada día?
Acaso merezco que me hagas esto, que me hagas sufrir este tormento?
Deberías ser rojo brillante, reluciente, pintado en rojo candy sobre metal flakes multicolor y diez capas de laca de alto brillo.
Y mírate, reventado, con una armadura que deja pasar todo lo que no debe y lo peor, espíritu de superación.
Eres un puto fraude.
Tu, que ibas de duro, de inaccesible, que decías que nada ni nadie te podría dañar has sufrido lo indecible, por idiota, por confiado, al fin y al cabo por ser más puro de lo que el mundo se merece, y eso no es lo peor, lo peor es que me arrastras a mi contigo y no, eso no te lo permito, así que te voy a meter en el cajón de esta mesita, vivo más tranquilo sin ti, sin tus montañas rusas, sin que me duelas tanto, sin que te me atravieses en la garganta como un bocado mal masticado y no me dejes ni respirar, sin que me ahogues.
Así que ya está bien, ahí te quedas, que te den por culo, gilipollas.

Y coges ese trozo de carne que palpita con un ritmo nada acompasado y lo lanzas dentro del cajón, cerrando lo de golpe, para que no pueda salir y seguir jodiéndote.

Y te das la vuelta, te vas, creyendo que así será mejor; intentas hacer tu día a día sin él, con cara de revólver, de AK47, pasando por el mundo pero apenas sin vivirlo.

Pero no, eso no es vida y unas mañanas después, te despiertas y miras el cajón, con una mezcla de rabia, añoranza y compasión, compasión por tu corazón encerrado y sobre todo compasión por ti.

Total, que abres el cajón y ahí está él, moviendo el rabo como un cachorro al que le rascas tras las orejas...y te da pena.

Lo sacas del cajón, lo depositas en la mesita y le hablas diciendole:

Mirate, pareces tonto, tontucio perdido, un auténtico estúpido pero...pero me caes bien y no puedo vivir sin ti, así que vamos a hacer un trato y es que tu vas a ser más calmado, más selectivo  vas a dejar de entregarte sin pedir nada a cambio, vas a hacerte de valer y valorar y solo solo vas a dar lo mejor de nosotros a quien demuestre que lo merece, quien lo demuestre con hechos, con cariño, con entrega y sacrificio, quien deje claro que te quiere a su lado y repito, que lo demuestre, no que lo diga, que las palabras se las lleva el viento, olvidan que las pronuncian y después quieren matizarlas siempre...y no, tu y yo no tenemos el cuerpo, los huevos y la vida para farolillos.
Si me prometes actuar así yo prometo cuidarte y volver a meterte en mi pecho, pero no aún, debes recuperarte, sanar las últimas heridas, cicatrizar el último mordisco que te han dado y que te ha arrancado un trozo demasiado grande.
Recupérate pronto y volveremos a rodar juntos, a correr por la montaña, a vivir aventuras y a sonreír, sonreír como solo tú yo sabemos hacerlo, de medio lado y con hoyuelos, para volverlas locas, aún más locas.
Y estate tranquilo, hay alguien ahí fuera que te merece, que sabrá cuidarnos, mimarnos, poner alegría en nuestras vidas y hacer que latas otra vez a buen ritmo, que latas solo por ella, para siempre.
Recupérate viejo amigo, recupérate porque sabes una cosa? Te he echado de menos y...en el fondo me caes bien.

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