domingo, 1 de abril de 2018

NAUFRAGA 2

Cuando el brazo ya le dolió suficiente de tenerlo extendido, esperando que ella cogiese su mano tras soltar el minúsculo tablón, le dijo:

No piensas coger mi mano, verdad? Vas a quedarte ahi, agarrada a ese tabloncillo hasta que desaparezca, hasta que las astillas en las que se esta convirtiendo se te claven y esas heridas se infecten, no?

Ella lo miró callada, con los labios y los ojos temblando, como pensando que decirle sin provocar una tormenta con olas de culpa y dolor, una tormenta que pudiese ahogarlos a ambos, pero no dijo ni una palabra.

Él, que ya habia vivido muchas tormentas, muchos naufragios y que algo sabía de tablones que no salvan, la miró serio, con una seriedad que ella no habia conocido jamás, serena y tranquila, una seriedad acompañada de algo que para ella si que era completamente desconocido, unos ojos que habian cambiado el blanco por decepcion y el castaño alrededor de las pupilas por un nuevo color, color dolor.

Él la miró así y sus labios desaparecieron de su boca como sus hoyuelos de sus mejillas al mismo tiempo que le decía:

Me voy Cangrejita Náufraga, me voy porque no puedo permanecer más aquí, porque la tormenta se avecina y no puedo arriesgarme a quedar empapado y a la deriva una vez más, no puedo perder mis remos y que las olas jueguen conmigo cruelmente, y no, no puedo dejarte subir a mi barca sin que sueltes ese intento de tablón, pues acabará haciendo un agujero en el casco de mi barca y...acabaré ahogado porque para nadar hasta una nueva playa si que no me quedan fuerzas ni ilusion.
Te lo digo por última vez, suéltate de ese trozo de madera y sube a mi barca, coge mi mano y...quédate conmigo y no te vayas nunca.

Estiró de nuevo su mano derecha mientras con la otra apretaba la empuñadura del remo con tal fuerza que sus dedos inquietos hacían ruido; lo. hizo en un último y desesperado intento por que ella se agarrase con fuerza.

Ella miró esas manos, curtidas, con callos de remar durante muchos años, pero reconoció en ellas la suavidad con la que sabía que la acariciarían si les daba la oportunidad de pasear por su piel, por su pelo y por su alma.

A pesar de ello, de las ganas locas por subir, de saber que en ningun lugar del mundo estaria mas a salvo, mas seca y mas mojada a la vez que apoyada en su pecho y entre esos brazos tatuados contestó:
No, me es imposible soltar este tablón y no sé por qué, quizas por todo el tiempo que llevo agarrada a él, por todo el esfuerzo que he puesto durante estos cinco años transcurridos tras el naufragio, quizas porque aún me quede una última esperanza de arrastrarlo a mi playa soñada y a sabiendas de que no va a dar el tamaño para hacer una puerta que proteja mi hogar, no sé, quizas dé para hacer una mesa, bueno, una mesa pequeña, la verdad, o una silla, quizás un taburete o también puede ser que no me sirva para nada; es algo que tengo que meditar.

''No hay tiempo, no tienes tiempo, no tengo tiempo, no puedo quedarme aqui mirando pasar ese tiempo'' le dijo él.

''Tengo que hacerlo'', contestó ella de esa manera tan cabezota y cangrejil que tenia de dar pasos atrás.

''Te estas ahogando, ese tablón se deshace y vas a ahogarte con el'' insistió él sin apenas esperanza de que ella recuperase la cordura.

''Vete, márchate por favor, no puedo ni quiero pedirte que estés esperando a que decida que hacer, nunca me he visto en esta situación y la verdad, no tengo ni idea de como gestionarlo'', dijo ella poniendo punto y final a esa conversación.

Él, la miro con tristeza por última vez, y armado de impotencia, se giró y comenzó a remar alejándose, sin virar la cabeza para mirar atrás, por no sentir la tentación de quedarse mas tiempo y sobre todo para evitar que ella viese que la humedad que se acumulaba en sus ojos se habia condensado y temblaba intentando evitar rodar por sus mejillas.

Ella, se quedó alli, agarrada a su ridiculo tablón, viendolo alejarse, cada vez mas rápido, pensando que si decidía subir a esa barca no tenía mas que silbar, o dar unas brazadas enérgicas para acercarse hasta donde el hubiese llegado, que lo lograría sin problema que lo encontraría en aquellos mares en los que él solía remar a diario, como si fuese tan sencillo como buscarlo entre trenes.

Y se equivocaba, él no escucharia su silbido si se alejaba un poco más, ya que iba escuchando la musica que había sido la banda sonora de ''eso'' que tuvieron, ni nadando podria llegar hasta donde el estuviese y acabaría allí, a la deriva otra vez, rezando porque llegase algún tablón antes de que las frias aguas la cubriesen al tirar de ella hasta el fondo del mar...y se ahogase.

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