martes, 8 de agosto de 2017

UCI

Te escribo estas líneas desde la UCI del Hospital General.

Y es que esta tarde he cometido una locura llevado por la desesperación.

En un vano intento de dejar de sufrir, he intentado arrancarte de mi corazón, para que parase este dolor que siento por este desamor que nos ataca sin piedad.

Y claro, he intentado lo imposible y es que tu nombre, nuestros recuerdos, tu sonrisa, y el tacto de tu piel están grabados a fuego en mi alma.

Y al estirar para soltar de mi interior aquel primer ''te quiero'' que me regalaste, se ha venido detrás mi corazón con el estirón.

Cuando me he dado cuenta, ahí lo tenía, palpitando en mi mano, latiendo al compás de tu nombre.

Y sinceramente, no sabía que hacer con él.

El primer impulso ha sido meterlo en su sitio de nuevo, pero es tanto el dolor que siento porque lo nuestro está en una vía muerta, que no me ha parecido una buena idea.

Lo que realmente deseaba era meterlo en tu pecho y que este fuera la jaula en la que viviese de por vida...junto al tuyo.

Pero tu no estabas.

Y ahí me he quedado, mirándolo en mi mano mientras llegaba la ambulancia que alguien ha llamado.

Ahora estoy aqui, en la UCI, y no saben que hacer conmigo para curarme.

Dicen que no está en su mano el remedio, si no en las tuyas.

El dictamen del médico ha sido claro, dice que necesito una dosis muy alta de tus ojos en los míos.

Una transfusión muy grande de tus besos.

Dos abrazos cada ocho horas durante al menos diez días de tratamiento.

Y un gotero de tu amor durante el resto de mi vida.

Dice que esto es lo único que puede salvarme, lo único que puede sanar mi corazón, lo único capaz de reparar mi alma y que de no ser así, quizás siga respirando y moviéndome, pero vivir no, porque vivir sin ti no es vida mi amor.

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