Llueve, llueve ahí fuera, tras los cristales.
En una de esas tormentas de verano que tanto me gustan.
Llueve, truena, caen relampagos y pienso que mi interior y el exterior van acompasados.
Llueve y el agua empapa la tierra, la alimenta y sobre todo, limpia el ambiente.
Limpia el aire.
Limpia las calles.
Llueve y salgo a la calle, a caminar, a pasear bajo la lluvia.
Sin paraguas.
Dejo que la lluvia me empape en un intento de que limpie mi alma y todo lo que ensucia mi ser.
El agua corre por mi cuerpo, por mi cara, mezclándose con lágrimas de impotencia.
Corre el agua y me empapa al mismo tiempo que grito.
Tratando de sacar todo lo que me ahoga por dentro.
Lo que me forma un nudo en la garganta que no me deja respirar.
Llueve, llueve aqui fuera y te quisiera a mi lado.
Saltando en los charcos como dos niños inconscientes, inconscientes y traviesos.
Llueve aqui fuera y te querría cerca, muy cerca mío.
Y abrazar tu cuerpo mojado, con la ropa pegada.
Y reír, reír mucho y correr bajo las gotas de lluvia intentando ser mas veloces que ellas.
Llueve, llueve sobre mi y querria que fuese sobre nosotros y nos limpiase a ambos.
Nos limpiase de malentendidos.
De rencores equivocados.
De todo el polvo que acumulamos ahora mismo sobre nosotros.
Sobre nuestros sentimientos.
Sobre nuestros corazones.
Llueve y querría tenerte de la mano, con tu pelo empapado, saltando sobre los charcos.
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