miércoles, 2 de agosto de 2017

ERRORES.

Hay veces en la vida, demasiadas normalmente en que te equivocas.

Te equivocas con decisiones, con personas, con sentimientos, con lo que piensas.

Te equivocas aún a sabiendas de que te estás equivocando.

Te equivocas con alevosia, con premeditación y normalmente, tambien con nocturnidád.

Y siempre que te equivocas, alguien sale herido.

O alguien que te importa.

O alguien que te quiere.

O alguien a quien quieres.

O tu mismo.

Los errores de apreciación es lo que tienen que siempre producen daños colaterales.

Producen dolor.

Producen miedos futuros.

Producen muros de hormigón y alambradas que construimos a nuestro alrededor para que nunca jamás vuelva a ocurrir.

Hay veces, que estas equivocaciones las cometemos por abrirnos demasiado a quien no debemos, a quien no lo merece.

Hay ocasiones en que estos errores, los cometemos por egoísmo, por capricho.

Por la busqueda momentánea de algo que nos saque una sonrisa con fecha de caducidad

Somos el yonki que sabe que meterse esa dosis no es bueno, que después vendrá el mono y el sufrir, pero para quien ese fugaz momento de placer y felicidad es el eclipse que nubla su razón.

Y los yonkis, normalmente acaban muertos en vida, antes de morir del todo y para siempre.

Solos en algún portal, en algún coche abandonado, en alguna oscura y sucia habitación.

MUERTOS.

Hay errores que se pueden solventar con arrepentimiento y la valentia de pedir perdón.

Empezando por pedírnoslo a nosotros mismos por ser tan estúpidos.

Que se curan con cariño, besos y un intento de olvido.

Pero hay otros errores que nunca se solventan.

Que dejaron cicatrices que nunca curan

Errores que somos los primeros en no perdonarnos a nosotros mismos.

Y la vida es un cúmulo de errores y aciertos.

Solo en nuestras manos está inclinar la balanza al lado correcto.

Y sobre todo...

Sobre todo...no sentirnos orgullosos de cometer errores.

No hay comentarios: