jueves, 17 de mayo de 2018

SE ACABÓ EL CUENTO.

Y decidió que no quería un hada a su lado, que esos seres solo viven en los cuentos y el quería vivir de realidad; y la realidad era que ella, a pesar de no ser de cuento, a pesar de no tener alas, ni las orejas puntiagudas tenía más magia dentro de sí de la que nunca pudieron dibujarle a Campanilla, que no necesitaba de polvos mágicos (aunque los polvos con ella fueran pura magia) para hacerte volar y que simplemente sonriendote podías oír campanillas cayendo como cascadas, que te tocaba sin varita mágica y borraba los malos finales de otros cuentos.

Y ella decidió que también estaba cansada de cuentos, que Peter Pan tenía su encanto, pero ese trajecito verde era horrible, que prefería alguien más crecidito, con tejanos ajustados, una camiseta con estilo y que no volase, casi mejor que rodase en una Harley, a su lado, que estuviese más por la labor de compartir con ella el País de Siempre Jamás que de andar todo el día persiguiendo piratas y cocodrilos; que a pesar de su edad, fuese siempre joven y no un niño, que supiese saltar, reír, patinar, correr y jugar, pero nunca jamás con sus sentimientos.

Y ambos, cogidos de la mano, mandaron a Pepito Grillo a darles la chapa a otros y a partir de ahí, se dejaron de cuentos y escribieron juntos su historia...aunque alguna noche, ella se disfrazaba de Caperucita y él dejaba salir el lobo que dormía en su interior.

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