miércoles, 16 de mayo de 2018

COMO CADA SU PRIMERA VEZ.

Ella lo abrazaba como si al hacerlo más fuerte, más intenso, pudiesen juntar aún más sus corazones, como si hacerlo tan bellisimamente intenso pudiera lograr que esos segundos durasen siglos, durasen treinta y siete vidas  5 meses y 21 días.

Y cada vez que le decía Te Quiero, lo hacia con la voz más firme, porque cada Te Quiero que salía de su corazón a través de su boca, era una cadena de miedo que rompía, una mentira disfrazada de motivo que vencía para ser un poco más feliz, aunque tuviese que luchar consigo misma para lograrlo.

Y amarse de ese modo, hizo que un sueño tranquilo se apoderase de ellos y les diese la paz que ambos necesitaban y se acabó el dar vueltas mirando el techo de la habitación pensando en mil cosas sin importancia como el trabajo, el cansancio, los problemas diarios y el encontrar un garage para guardar su moto o si tendría tiempo y ganas algún mañana para plancharse las camisas enteras y no solo por la parte delantera; lo único que les preocupaba en ese momento era como dormir abrazados toda la noche sin que a él se le durmiese el brazo y decidir entre ducharse la mañana siguiente o permitir que el aroma a él que ahora tenía su cuerpo siguiese un poco más sobre su piel, como un recuerdo de todo ese amor que se habían entregado, una vez más y como si hubiese sido la primera vez.

Y no fue sexo, no fue un simple intercambio de fluidos, saliva y pieles que se rozan hasta convertirse sólo en una, ellos no hacían esas cosas, ellos se amaban, se entregaban su amor a mordiscos, con pasión, con sus lenguas paseando cada centímetro de sus pieles, leyendose sus cuerpos en Braille con sus manos, con la ceguera que da el dejar las luces al mínimo, cantando el himno de ese su país a base de suspiros y gemidos al oído, estirando los segundos para que el placer durase un poco más, como queriendo que aquella intimidad no acabase nunca, porque para ellos, en ese instante, el mundo había desaparecido y solo tenía sentido dentro de esas cuatro paredes, sobre esa tela floreada, en el inexistente espacio de separación que dejaban entre sus cuerpos.

Se reencontraron sobre y bajo las sábanas, una vez más, y se amaron con los nervios, las risas, el temblor y las ganas de la primera vez, como  cada su primera vez que tenían...y que cosa más preciosa.

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