domingo, 9 de julio de 2017

JUGUETES ROTOS

En esta vida, en este mundo que nos ha tocado vivir, que nos ha tocado disfrutar y no sufrir (porque hasta de lo malo tenemos que sacar su parte buena), todos hemos estado rotos alguna vez, a todos nos han arrancado un brazo, una pata, una pieza y a veces, hasta el corazon...demasiadas veces.

Demasiadas veces (y con demasiadas me refiero a que mas de una ya me parecen una barbaridad) nos han usado como juguetes, nos han utilizado, nos han vapuleado, tratado sin cuidado y cuando hemos estado destrozados, nos han tirado a un lado, como maltrechos juguetes rotos con los que ya nadie querrá jugar.

Pero no, al tiempo alguien quiere volver a jugar con nosotros, porque hemos rehecho nuestra vida, arreglado nosotros mismos las piezas rotas y cada día salimos a la calle con los desconchones de la pintura maquillados y somos atractivos otra vez, aunque solo nosotros sepamos las reparaciones que llevamos por dentro.

Y nos ponemos muy felices de que alguien se ilusione por jugar con nosotros y al final, quien nos tiene en sus manos, por un motivo u otro, lo vuelve a hacer, nos abandona rotos después de haber sacado casi todo lo bueno de nosotros, por acción o por omisión, pero el resultado es el mismo...juguetes rotos.

Y esto nos pasa una y otra vez, y nos volvemos a reparar otras tantas veces, hasta que llega el día en que ya no tenemos fuerzas para hacerlo, el día en que ya no hay mas piezas de repuesto, el día en que te resignas a quedar tirado en el baul de los tristes juguetes rotos esperando solamente a que llegue el momento en que nos tiren al cubo de la basura...para siempre.

Y a veces, solo a veces y solo a juguetes con mucha suerte, alguien nos vuelve a coger del baúl de los juguetes rotos, o como suele pasar, solamente tropieza con nosotros porque el último niño que nos arrancó una pierna y quemó nuestro pelo con un mechero no tuvo ni siquiera la delicadeza de dejarnos en el baúl y nos dejó tirados por el suelo. Y esta persona que tropieza con nosotros mientras solo caminaba, nos coge en sus manos, nos lleva a su casa, nos limpia, nos cose la tela rasgada, nos pega las piezas rotas, nos restaura la pintura y si necesita una pieza descatalogada que nos falta (casi siempre el corazon, que casualidad) lo busca donde haga falta, lo pide al fabricante, busca en tiendas de segunda mano, en desguaces para juguetes rotos y si todo eso no basta, fabrica uno con sus manos, mucha paciencia y cariño, sobre todo mucho cariño.

Y nosotros, como buenos juguetes rotos que ya están de vuelta de todo, sentimos pánico a que nos vuelvan a destrozar, un miedo terrible a que vuelvan a jugar con nosotros, nos rompan de nuevo y que de una patada nos dejen otra vez tirados: rotos y abandonados.

Y a veces, ese miedo nos hace escapar, porque el miedo no es lógico y nos hace cometer estupideces, pero no de esas que te dicen con mucho cariño y una sonrisa resplandeciente, si  no estupideces de esas que son una autentica gilipollez, de esas que luego nos persiguen de por vida mientras corren detrás nuestro llamándonos una cosa: COBARDES.

Y es que tenemos tanto miedo, estamos tan sumamente ciegos por el terror que no vemos que quien nos tiene en nuestras manos no es un niño malcriado, no, es un hombre (o mujer, o mujer...) y que no quiere jugar con nosotros de cualquier manera, si no ponernos en un lugar preferente de ese salón que es su vida, admirar nuestra belleza y jugar con nosotros, pero con mesura, sin forzar, sin tratarnos a golpes, siguiendo todas y cada una de las instrucciones que el fabricante pone en nuestra caja y que prácticamente nadie lee al sacarnos de ella, simplemente jugar porque al fin y al cabo somos juguetes y nos encanta que alguien sea feliz jugando con nosotros, pero con cariño, con respeto, que jueguen a darnos amor, a querernos solo a nosotros y que para navidades no pidan ningún otro juguete a los Reyes Magos.porque somos SU juguete.

Sentimos un miedo tan irracional, que aunque sepamos a ciencia cierta que nadie nos ha tratado nunca como ahora, que nadie ha tenido tanta entrega, tanta dedicación, tanto cariño, casi me atrevería a decir que tanta veneración por nosotros...preferimos seguir rotos y tirados por el suelo, en el fondo del cajón de los juguetes rotos y olvidados o incluso en el cubo de la basura, antes de admitir que esta vez es diferente, antes de luchar contra ese miedo que nos metieron dentro la primera vez que nos pintaron la cara con rotulador, nos destrozaron una pieza o nos sumergieron en...mierda?, cuando las instrucciones decían bien claro que no debian hacerlo.

Dejamos que el miedo domine nuestra vida, somos así de patéticos...y cobardes...unos putos gallinas..aunque vayamos de tíos/tias duros que pueden con todo....y una mierda podemos con todo, estamos rotos, somos juguetes rotos.

No nos damos cuenta, de que esa persona que nos tiene en sus manos y nos trata así, así de bien aunque nos neguemos a verlo, sabe como jugar y que quizás seamos el juguete de su vida, aquel juguete que buscaba desde que era un niño y que ya con canas en la cabeza (y a veces ni siquiera en la cabeza porque ya no tiene pelo) por fin a encontrado y le hace inmensamente feliz; no vemos o tal vez preferimos cerrar los ojos con miedo (el miedo, ese jodido miedo otra vez...) para no ver que ese hombre (o mujer, o mujer) hace un tiempo fue un niño, un niño que quizás por desconocimiento y falta de practica rompió algún juguete, pero que aprendió de su error, quizás tambien porque antes de ser niño, al igual que Pinocho, tambien fue un juguete...y alguien lo rompió y por eso ahora, de adulto, solo quiere jugar con amor...con amor, con respeto, con alegria y con mucho cuidado al mover nuestras piezas frágiles...aunque seamos unos juguetes rotos y estúpidos con mucho miedo.

Y es que ya lo decía hace un tiempo en este blog el mediocre juntaletras que os habla en este momento: ...y cosieron sus rotas almas con hilo de besos y esperanza.

Juguetes rotos del mundo, dejad de una puta vez el miedo y aprended a diferenciar a un niño malcriado de un hombre ( o mujer, o mujer) de verdad y hacer las cosas de manera diferente a como siempre las hicisteis...porque quizás no nos demos cuenta, pero esta vez es diferente, es la buena, la definitiva, es la que nos repara y nos convierte en humanos, como a Pinocho.

No hay comentarios: