martes, 25 de julio de 2017

EN LA PEOR DE LAS BATALLAS.

Recuerdo una cita de cuando estaba​ en 81, una cita que solía repetir el que entonces era nuestro presidente, Juan Parejo y que decía algo así como: En el peor de los momentos, en la mas dura de las batallas sale a relucir quien o qué somos.

Como yo soy de modificar todo lo que cae en mis manos (menos las personas, que me gustan tal y como son, genuinas, reales e imperfectas) voy a basarme en la idea de esta cita para juntar unas cuantas letras y darle forma a lo que hoy me ronda la cabeza.

En el peor de los momentos, en lo mas crudo de la batalla, cuando el enemigo nos supera en número, nuestra posición no es segura o se nos acaba la munición, es cuando sale a relucir quienes somos en realidad, lo que llevamos en nuestro interior y de que pasta estamos hechos.

Porque para algunos la rendición no es una opción, retroceder no está contemplado y aunque alguna vez hemos tenido la sensación de que nuestras rodillas se doblaban, nunca han llegado a clavarse en la tierra y ofrecer la nuca...bueno, si, una vez, pero  mi hemano Teaxer estuvo donde nadie quiso entrar y me sacó de la oscuridad y ahora...ahora siento miedo al saber que él no está, que como el decía, no pueda ofrecerme su hombro para llorar, ni sus puños y su navaja para lo que hiciesen falta.

Y es en el peor de esos momentos cuando tragas saliva mezclada con la sangre que te han producido los puñetazos y vuelves a la lucha, cuando a pesar de estar herido, exhausto, casi desarmado, y sabes que quizás no venzas esta batalla y la guerra se pierda, cuando tienes que darlo todo, por ti y sobre todo por la gente que quieres, aunque ellos quizás no te quieran igual, no mas ni menos, solamente de distinta manera, cuando tienes que dar el último golpe mientras te quede una gota de sangre en las venas y algo de aire en los pulmones, porque la esperanza es lo último que se debe perder.

Y como soy como soy, muy peleón, pues aqui estoy, día a día dando y recibiendo golpes en mi pelea con la vida, conmigo mismo y con mi corazón, porque mis rodillas solo se doblan ante mi Dios y solo bajo la guardia cuando una sonrisa especial me ilumina mientras me dice ''te quiero'' con acento del Sur.

Así, que levanta tus puños, afila el puñal, recarga tu arma pero no te rindas porque cuando al fin pierdas la guerra y ya no estés, solo habrás sido lo que los vivos sientan por ti y el resto de lo que hayas tenido o hecho alguna vez ya no tenga importancia alguna.

Como siempre, gracias y te quiero.

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