jueves, 7 de junio de 2018

SIN PALABRAS.

Nadie había podido sacar todo eso de él.

Si, había habido quien lo inspirase, quien había arrancado de su interior bellas palabras derramadas a través de sus manos, pero nadie nunca llegó a su nivel.

Y es que no había más que leer cronológicamente lo escrito para darse cuenta que lo mejor tenía una época.

Tenía un nombre y una cara; tenía sobre todo un sentimiento.

Porque que era precisamente eso sentimientos lo que ella sacaba de él, a veces tristes, si, pero es que sentir tiene ese tipo de cosas, que no todo es felicidad a raudales, a expuertas y a veces las cosas no vienen dadas como nosotros queremos los naipes.

Y ella, que era su musa leía y releia una y otra vez todo aquello que sabía él escribía una vez ella se lo generaba, con avidez, varias veces al día esperaba encontrar unas palabras que le hiciesen sentir así de especial como él la describía.

Pero estaba equivocaba, él realmente no la veía tal cual la escribía, lo escrito no sé adecuaba a la realidad.

Y es que a veces ocurre que cierto nivel de belleza y de sentimientos no se pueden plasmar en un papel, no digamos ya en una pantalla; por más que queramos es imposible.

Es por eso que a él, casi siempre le parecía poco todo aquello que escribía cuando la pensaba.

Le parecía pobre la manera que tenía de intentar explicar todo aquello que ella generaba dentro de su alma tan sólo con saberla en su vida.

A veces se sentía torpe por no saber plasmar todo su sentimiento, pero tampoco era culpable, es que a veces no existen palabras suficientes para describir tanto encanto, tanto sentimiento, tanta sensación.

Hay personas para las que habría que inventar nuevas palabras, nuevos significados para palabras ya existentes, en un vano intento de acercarse a lo que son capaces de brillar, a lo que significan para otras personas, a lo que generan sin querer.

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