Somos lo que dejamos de nosotros en otras personas, no lo que queramos ver en un espejo ni lo que pretendamos que el mundo piense de nosotros.
A menudo nos montamos personajes sin darnos cuenta de que la esencia de nuestro ser se ve reflejada en los ojos de quien nos piensa, en la forma que adopten sus labios y la cantidad de arrugas que salgan en su rostro al sonreír cada vez que bailemos en su cabeza.
Lo que hacemos y demostramos, no lo que decimos que haremos o que somos, que vale mucho más un hecho que mil palabras, que repetir decenas de veces "te quiero'' no supera el coger una mano en el momento justo y necesario, el pasar una noche en vela, mandar unas flores por el único motivo de un impulso, o simplemente vestirte de payaso por dentro para sacar una sonrisa cualquier día que amanezca sin sol.
Y cuando ya no estemos habremos sido y seguiremos siendo todo aquello que dimos de nosotros y que fue dejando poso en los corazones que amamos, porque somos lo que dejamos a nuestro paso y para eso hay que pisar fuerte y dejar una bonita huella de nuestros pies.
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