Ya está aquí, ya ha retornado.
Ha surgido de sus cenizas como un ave fénix.
A pesar de todos los sinsabores y después de mucho esfuerzo, de las noches de sueño, de los días de nervios y stress, de todo el trabajo y las horas del "hecho en casa" invertidas, por fin está aquí de nuevo.
Y es que pocas personas entenderán lo que yo siento por esta máquina que es incomoda, que me da disgustos, que se lleva parte de mis ahorros, pero que me da tanto a cambio, que es tan suave al tacto cuando la acaricio antes de encenderla, lo que me gusta que vibre entre mis piernas, la paz y tranquilidad que me da simplemente rodar con ella, con el viento abrazando mi cuerpo y sus escapes rugiendo al compás.
Si, lo reconozco, estoy enamorado de mi moto, con locura y tengo claro que morirá a mi lado aunque espero que me sobreviva.
Dos de las cuatro cosas que más quiero en esta vida, ahora se llaman igual, y a ambas querría tenerlas a mi lado para siempre.
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