martes, 7 de agosto de 2018

DISCULPAS SIN ÁNIMO DE ENMIENDA.

Lo siento, te debo una disculpa, un pedirte perdón, por el simple y sincero hecho de haberme enamorado de ti.

Debo decir que siento el querer tenerte en mi vida para siempre, a mi lado, no delante ni detrás, tampoco arriba ni abajo, simple y llanamente a mi lado, y no solo de manera física, si no también emocional; a mi lado, como iguales, hombro con hombro y alma con alma.

Discúlpame por quererte de la única manera en que sé hacerlo cuando pongo mi corazón en las manos de quien mueve el suelo bajo mis pies con solo una caricia, un beso o algo tan usual y cotidiano como una sonrisa.

Perdóname por saber diferenciar entre amarte y que seas un capricho, un trofeo, un entretenimiento o un animal de compañía; por tener claro y demostrarte todo lo que me dejas, lo que es la entrega, la compañía, la paz, las risas, la complicidad y el respeto aún cuando mezclamos saliva, sudor y fluidos envueltos en amor.

Disculpa por ser lo que nunca has tenido antes, por no parecerme ni pretender hacerlo a quien antes pasó por tu vida, por tu corazón y por tu cama, por ser tan distinto a todos ellos que desconfíes ante lo desconocido, por ser tan yo que a veces la perplejidad te invada al sentirte cuidada, una vez más, de la única  y exclusiva manera en que sé y quiero hacerlo.

Perdón por quererlo todo contigo, por sentirme en casa cuando me abrazas, estemos donde estemos, por que tu voz sean las vitaminas que me empujan cada día, por que el café de tus ojos sea el único que me quite el sueño y tu pecho la almohada donde querer dormir cada noche.

Así que por todo esto y millones de cosas más, perdón, discúlpame, lo siento, pero he de decirte que no me arrepiento, que volvería a hacerlo, en esta vida y en cualquier otra que nos tocase vivir.

No hay comentarios: