La tormenta ya pasó, con su viento frio, con sus rayos que ciegan, con sus truenos que dejan sordos tus sentidos, con su gota fria que todo lo inundó.
Pasó y dejo tras de si un rastro de destrucción, de casas derruidas, de corazones en ruinas, en ruinas y manchados de barro.
Nos dejó empapados y frios, la ropa hecha jirones, medio desnudos y vencidos, con alguna que otra herida que amenaza con infectarse.
La tormenta ya pasó y esperamos la lluvia tibia que nos limpie.
La esperamos no, la necesitamos.
Que nos limpie el barro del espiritu, que se lleve los escombros de nuestro corazón.
Nos pondremos bajo ella, con los brazos en cruz mientras nuestra ropa y nuestra piel vuelven a su color original.
Sonreiremos mientras sentimos las gotas de agua golpear con dulzura nuestra cara, quizás abramos la boca para dar algun sorbo de agua limpia, que nuestro interior tambien necesita ser purificado.
Y una vez limpios empezaremos a reconstruir.
Nuestra casa, nuestra vida, nuestras ilusiones, nuestro futuro empezando por nuestro presente.
Volveremos a levantar un hogar para darle calor a nuestro corazón
Después de la tormenta, vendrá la lluvia renovadora.
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