jueves, 19 de julio de 2018

MI HOGAR.

El hogar, ese sitio que es nuestro refugio, nuestro descanso, nuestro castillo en el que aislarnos del mundo cuando queremos paz.

Todos ansiamos un hogar, un sitio donde quitarnos los zapatos, ponernos cómodos y descansar.

Un lugar donde sentirte protegido, caliente en invierno y fresco cuando el termómetro no deja de subir.

El hogar ese ese sitio donde guardamos nuestras pertenencias más queridas, donde colgamos recuerdos por las paredes, solo por el gusto de verlos, no porque vayamos a olvidarnos de ellos.

Y ahí está nuestra cama, nuestro sofá, nuestro libro con la página en que nos quedamos marcada para no perder el hilo; la lámpara que mantenemos siempre encendida, la cocina donde dar rienda suelta al cariño que sentimos por ese alguien que comparte nuestra mesa.

El hogar es eso, paz, refugio, alegría, una vida, tu vida, un punto al que volver siempre y del que partir en busca de aventuras; donde lloramos ocultos cuando la vida nos maltrata y sientes que no puedes más.

Y ese hogar es un punto en un mapa, una dirección en Google Maps, una puerta que se abre con una llave?

A veces si.

Y a veces no.

Mi hogar es eso pero con forma de mujer.

Porque mi hogar no está donde me lleguen las facturas por correo.

Mi hogar está donde pueda abrazarme a ella al dormir, donde me besen con ternura en la espalda, donde unas uñas se claven en mi piel porque ya no quede  más espacio entre nuestros cuerpos.

Hay personas que son tu hogar, el lugar donde quieres vivir el resto de tu vida, que son la casa donde quieres criar a tus hijos, que son la almohada donde apoyar la cabeza cada noche o dormir abrazado a ella con la espalda cubierta de amor.

Hay personas que las abrazas y las sientes tanto y tan dentro, que al hacerlo te sientes en paz y tan seguro que piensas: por fin, ya estoy en casa.

Y no quieres abrir los brazos.

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