jueves, 5 de julio de 2018

LOBO, QUE CORAZÓN MÁS GRANDE TIENES.

Ella se habia perdido en ese bosque, de hecho llevaba perdida años, años sin encontrar su camino, o más bien, sin tener el valor de saltar las piedras que le impedían andar por él.

Estaba perdida y lo único que le tranquilizaba era oír de vez en cuando un aullido a distancia, un aullido que le daba miedo y al mismo tiempo la reconfortaba y hacia sentir como en casa.

Y es que el lobo, su Lobo le encantaba y le asustaba a la vez.

Lobo era fuerte, serio, solitario, con unas garras enormes, unos colmillos afilados dentro de una boca enorme, un pelaje denso y una mirada fría que se adivinaba...detras de sus gafas oscuras.

Pero a ella le gustaba.

Ella sabía, porque Lobo ya se lo había mostrado, que era fuerte a fuerza de recibir golpes, pero que también sabía escuchar y hablar  sobre todo hablar sobre un papel, desparramando su corazón sobre él, escribiendo con sus torpes patas.

Sus garras enormes no las usaba con ella para otra cosa que no fuese acariciarla, hacerle cosquillas o masajear su cuerpo al final de un duro día, de manera delicada pero sujetándola con firmeza cuando se requería; sus afiladas uñas quedaban escondidas cuando de rozar su cuerpo con suavidad se trataba.

Esa boca llena de dientes enormes, con unos colmillos que hacían temblar sólo con mirarlos, sólo la había posado sobre su cuerpo para besarla, porque le encantaba besarla, se le iba la vida por hacerlo, besarla y lamer una por una todas sus heridas, todas las que arrastraba del pasado, lamerlas hasta convertirlas en cicatrices de esas que ya no duelen pero dan testimonio de la vida pasada; y esos dientes si, la mordían, cuando hacían el amor, presionando dulcemente pero sin clavarlos.

El frondoso pelaje de Lobo era suave al tacto, calentaba sus cuerpos en las frías noches de invierno, cuando el viento sopla y el frío se cala hasta el alma; utilizaba su pelaje para protegerla de las inclemencias, de la nieve, del viento y de la lluvia, incluso una noche que les sorprendió una fuerte tormenta y Lobo vio que sólo cubriendola con su cuerpo no bastaría para que no quedase empapada, fabricó un paraguas utilizando unas hojas del bosque y con ese rudimentario paraguas y su cuerpo la mantuvo seca y a salvo.

Lo más gracioso es que Lobo llevaba gafas oscuras, no porque el sol le molestase, ya que la noche era la hora en que prefería salir, las llevaba para evitar que se vieran sus ojos, ojos amables, ojos que nadie podía ver, ya que se sabe que un lobo debe asustar solo con la mirada; ella si que había podido ver esos ojos, esos ojos y todo lo que sin hablar le decía con ellos.

A pesar de ello, a pesar de todo, ella lo temía contra toda lógica, ella que solo había recibido cosas buenas de Lobo, ese lobo al que ella transformó de ser un animal asesino a ser un animal fuerte pero que la quería con toda su alma y miren ustedes que el alma de un lobo es enorme.

Era totalmente ilógico que ella lo amase tanto y que sólo ese ligero miedo le impidiese entregarse completamente a él para compartir sus vidas y la casa de la abuela.

Y es que decían las malas lenguas que Lobo se había comido a la Abuelita y pensaba hacer lo mismo con ella, cuando la verdad era que la Abuelita se había marchado hacía muchísimo tiempo de allí y Lobo, queriendo que ella siguiese siendo cuidada, se disfrazaba de Abuelita para cuidarla, hacerle la compra, prepararle la cena todas las noches y planchar sus camisas.

Un día, ella entró en la casa y al ver a Lobo le dijo:
-Que ojos más grandes tienes!

+Son para poder mirarte y quedarme con todos los detalles de esa cara tan bella, para poder admirar esa sonrisa que es mi mundo.

-Que orejas más grandes tienes!

+Son lo grandes que necesitan ser, para que no se les escape ni uno solo de los "te quiero" que me dediques.

--Que brazos más grandes tienes!

+Son tan grandes para poder abrazarnos y que el tiempo se pare, que nunca más queramos separarnos y los latidos de nuestros corazones se unan en uno solo.

-Oye...que boca más grande tienes!

+Quisiera que fuese más grande todavía y poder besarte aún más, para poderte decir que te quiero con locura, como nunca un lobo pudo amar; para poder cantarte al oído diciéndote que tu eres la mujer que bota fuego a mi corazón

Ella lo miró fijamente, con los ojos tintineando y con un nudo en la garganta; lo miró como nunca jamás había mirado a nadie, como nunca jamás nadie había mirado a Lobo y le dijo casi en un susurro:
-Lobo, te quiero, te quiero como a nadie, porque se que como tú nadie me ha querido, te quiero bien, te quiero desde aquí dentro y a pesar de quererte tanto hay un miedo dentro de mi que me impide entregarme del todo, vencer esas estúpidas dudas que me comen el corazón.

Lobo la miró sin sus gafas oscuras y en sus ojos se podía ver toda la dulzura, el amor y la impotencia que puedan caber en un par de ojos; la miró y le dijo:
+Ven, ven aquí a mi lado y devoraré tus miedos, rompiendo tus dudas con mis garras; ven a mi lado y abrázame y déjate llevar, simplemente sigue los sentimientos que fluyan de ti; sigue tus sentimientos y nunca te equivocarâs.

Ella, se desnudó quitándose esa caperucita roja que le daba nombre, se subió a la cama y abrazándose a Lobo le susurró al oído:

-Lobo, ya sé para que tienes ese corazón tan grande, para amarme mejor.

Y en ese momento descubrió que el ser feliz no es ningún cuento, así que fueron felices y comieron....comieron sano.

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