sábado, 8 de septiembre de 2018

COMPLEMENTOS.

Eran el blanco y el negro de una ficha de dominó, el ying y el yang, lo que a uno le faltaba lo aportaba el otro y todo lo que le sobraba a él, rellenaba los huecos de ella....y viceversa.

Los días en que ella llovía, él sacaba su sol a pasear para secar las calles de su alma.

Cuando él le ponía demasiado azúcar a la vida, ella sacaba de su despensa su salero y compensaba hasta encontrar el punto justo.

Si ella se pasaba con el vino, él ponía parte de su limonada y les quedaba un tinto de verano delicioso y sobre todo muy refrescante.

Cada vez que él era trueno, ella subía su música a tope hasta que esta ahogaba cualquier atisbo de tormenta, haciendo que los rayos nunca llegasen a salir de paseo.

Si por la noche ella necesitaba una almohada para dormir feliz, el ponía su pecho para acunar sus sueños y cuando él sentía frío, sin importar la época del año que fuese, ella subía la temperatura con el fuego que habitaba en su interior.

Las olas de ella rompían en los espigones de él para que al final, sólo existiese la calma dentro del puerto que era su hogar, ese lugar no físico donde los veleros que eran sus ilusiones se balanceaban al ritmo de la brisa haciendo tintinear los aparejos contra sus mástiles; no había marejada capaz de romper esas aguas tranquilas.

Cuando el daba palmas ella taconeaba.

Cuando ella cantaba, él ponía la música al concierto.

Si él decía "te" ella acababa la frase con un "quiero"

Si él tenía sueño, ella estaba la noche en vela cuidando que nada lo despertase; si ella tenía calor, el soplaba sobre su cuerpo para secarle el sudor de después del amor, hasta que su vello y sus pezones volviesen a resaltar sobre la llanura de su piel.

Si ella le decía "guapisisisimo" él contestaba con un "tontucia" acompañado de una mirada que era todo amor y cuando él le preguntaba a ella como podía ser tan sumamente preciosa, ella le respondía con "eres un tonto" entre sonrisas que eran la vida para él.

Sus corazones se acoplaban el uno al otro, como dos piezas de jade talladas a mano; sus diferencias los hacían uno al acoplarse y conseguían que dos simples piezas de piedra, tomasen vida y latiesen al mismo compás.

Complementos.

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