lunes, 5 de febrero de 2018

FRIAS TARDES DE DOMINGO.

El frío unido a la humedad hacía que esa tarde invernal de domingo, con el sol ya escondido y la luna desperezandose al salir, apeteciese mucho mas el subirse el cuello del abrigo.

Las luces de la ciudad, los escaparates y la gente que paseaba a su alrededor le daban una paz que siempre buscaba este dia de la semana, por las mismas calles que le encantaba recorrer, una paz que en verano tambien existia pero con otra tonalidad menos cálida.

Le encantaba pasear por el centro de la ciudad mientras recordaba, mientras pensaba, divagaba y reflexionaba al mismo tiempo y mientras lo hacía, en su cara sus labios dibujaban una sonrisa de satisfacción, algo raro en un hombre que era poco dado a hacerlo...sonreir, claro.

Salía de un café, de tomarse algo caliente que le subiera la temperatura del cuerpo, que la del alma y a pesar de no aparentarlo, era bastante elevada de por si.

En su bolsillo una revista de motos, cuidado y programado desaliño en su look, mezclado con algun toque chic, le gustaba cuidar su imagen casi tanto como su interior y el haber estado escribiendo unas lineas en su blog le habia puesto de buen humor y eso le hizo sentirse aun más...atractivo quizás?

Y una vez la puerta del café se cerro tras de sí, enfiló sus pasos a traves de viejas calles empedradas flanqueadas por fachadas centenarias y al meter sus manos en los bolsillos buscando resguardarlas del frío, cayó en la cuenta de que lo que sus manos buscaban en sus bolsillos no lo iban a encontrar.

Y en ese preciso momento tuvo en su boca el sabor de algo amargamente dulce y era el echar de menos las frías manos de ella, esa manos que había podido tocar en muy contadas ocasiones y que a pesar de ser frias, transmitian un calor inmenso, de esos que nacen en el pecho.

Y con esa dulce y amarga sensación junto con la sonrisa que aún bailaba en su cara, decidió que algún dia, él calentaria las frías manos de ella paseando por estas mismas calles, al mismo tiempo que las frías manos de ella seguirían calentándolo a él por dentro, haciendo que aunque fuera fuese invierno, en su alma siempre brotase la primavera.

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