Nunca me ha gustado ofrecer cosas que no tengo, valores que no son mios, posesiones, lujos, una vida acomodada, un nivel social, ni tan siquiera un cuento de principes y princesas, básicamente porque no soy un principe que busque princesa y sobre todo porque no me gustan los cuentos...ni l@s cuentistas.
Por eso, cuando he abierto la puerta de mi vida y de mi corazón a alguien solo he ofrecido lo que si tengo y eso comprende este par de manos que ahora escriben y que llevan trabajando toda la vida (y lo que les queda), mi corazón, mi cariño, mi apoyo, mis besos y caricias, mi sonrisa de medio lado cuando hay motivos para sacarla y mis sinceras lágrimas cuando no hay mas remedio que derramarlas, mi estar a tu lado para todo y el apartarme cuando necesitas estar sola, la libertad de ser pareja y no hermanos siameses, las risas a cualquier hora del dia y el disfrutar del silencio cuando apetece, la independencia, la ayuda cuando se necesita aunque no se pida y sobre todo el calor de saber que pase lo que pase y ocurra lo que ocurra siempre estaré aqui; y es que esto y algo mas que me dejo en el tintero para no hacer la lista muy larga es lo que realmente poseo.
Y es que las cosas terrenales, el dinero, casas, coches, viajes y posesiones van y vienen, por eso nunca son nuestras, solo algo pasajero y...como va uno a ofrecer algo que no es suyo?
No, hay que ser honrado y ofrecer solamente lo que de verdad se tiene.
Y es por esto que te digo que camines a mi lado de la mano, no para retenerte, si no para que tengas donde sujetarte si las piernas se doblan de cansancio o algún tropiezo hace perder tu equilibrio; a mi lado, en libertad, para poder soltarte cuando quieras, hacer una pirueta, sentarte un rato a leer o ver crecer la hierba y luego...luego seguir caminando a mi lado.
Es por eso que te digo que te pongas una chaqueta, cojas el casco y ruedes conmigo, sin parar, hasta que alcancemos el infinito.
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