martes, 16 de enero de 2018

PUERTAS ABIERTAS POR ERROR.

Cometí el error de abrirte la puerta cuando debia tener 8 candados y una barra de hierro que la cruzase, guardando que nunca jamas nadie volviera o volviese a cruzarla.

Y te bastó una pequeña rendija para colarte dentro, a pesar de que la abrí con mucho cuidado, tan solo para ver quien estaba al otro lado.

Cometi el error de no usar la mirilla, de no haber hecho caso al cuento y haberte hecho enseñar la patita, porque a pesar de haber dejado tan solo el hueco justo en el que cabe un susurro, te colaste hasta dentro y ocupaste una habitación que estaba vacía y en obras.

Y ahora no sé como sacar tu recuerdo de ella, cuando tan solo te diste la vuelta y te fuiste corriendo, cuando tu visita ha sido tan fugaz como esos cometas que a veces surcan el cielo y no te dejan tiempo suficiente para formular un corto deseo.

Nunca jamás debí haber abierto la puerta y dejar que entrase todo el cariño que derrochas en cada cosa que haces, toda esa luz que desprendes aun cuando te empeñas en apagarte, toda la paz que me das aunque tiembla mi suelo tan solo de verte.

Nunca, jamás debí haberte abierto la puerta por muy insisténtemente que tu sonrisa llamase al timbre, por muy fuerte que tus miradas aporreasen esta vieja madera.

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