Gracias, por hacerme ver que las lecciones que la vida nos da, las voy aprendiendo aunque sea a base de golpes.
Gracias por hacerme ver lo que valgo como persona, como pareja, como compañero y que justamente valgo eso, más tus risas que mi pena.
Gracias por enseñarme que a veces querer no es poder, pero que si nunca quieres jamás podrás.
Gracias por mostrarme que mi amor propio es más fuerte y valiente que tus miedos y esa mochila de traumas que cargas a la espalda y que como todas las mochilas, nunca vemos cuando nos giramos.
Por hacérmelo ver y por hacerlo valer, por no pasar sobre piedras que no quiero pisar, por no abrir puertas que llevan al desastre.
Gracias por empujarme a saber decir no, esto no es para mí, merezco más.
Gracias por hacerme exigir que el cariño, la dedicación, las sonrisas y el respeto tengan viaje de ida y vuelta, que tengan dos direcciones y que te entren en el alma en la misma cantidad en que los dejas salir tu mismo.
Gracias por demostrarme que no te perdí, que me perdiste; que fuiste tan ciega y tan tonta que no cuidaste a quien te cuidaba; que trataste como a uno más a quien te miraba como a un tesoro.
Gracias por enseñarme que no te pueden pedir lo que no te dan, por enseñarmelo y por hacer que no me conforme con migajas.
Así que gracias, gracias y adiós.
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