miércoles, 22 de mayo de 2019

TU MANO Y ALGO MÁS.

Hoy, hace dos años, debería haberte pedido la mano.

Haberte pedido el corazón.

El resto del cuerpo.

La vida entera.

Y cada uno de los amaneceres y puestas de sol que existan en tu vida.

Y en la mía.

Sin papeles, o con papeles, con el simple si quiero que nos diesemos el uno al otro, delante de quien sea o en la soledad de mi mano sobre la tuya con nuestros ojos como padrinos.

Hoy, ahora, hace dos años que debía haberte cogido de la mano, en lo más alto de una montaña rusa y decirte que ponía mi vida en tus manos, mucho más de lo que la pondria en el cierre de seguridad de una vagoneta bajando a toda velocidad sobre raíles.

Haberlo hecho, haberlo dicho, en lugar de escribirlo en un papel que acabó mojado.

Hacerlo y que nuestros días fuesen un parque de atracciones en familia, con sol, con días de subir y días de bajar, con risas y vértigo, con fotos preciosas de momentos felices y los miedos ocultos cuando la altura y la velocidad nos llenen de dudas la mente.

Dudas que desaparecen al pararse la noria.

No sé si el haberlo hecho hubiese cambiado el resultado de la ecuación, pero al menos no me hubiese quedado con las ganas de soltarlo,

mientras estabas allí,

a la luz de las velas,

desnuda entre mis brazos,

con alguna lagrima en tus ojos después de haber dejado salir de muy dentro tuyo un te quiero...sincero.

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