martes, 23 de octubre de 2018

ÁNGELES Y DEMONIOS.

Ella era un ángel, yo un demonio, decidió salvarme, curar mis heridas, abriéndome su corazón en un instante.

Nos encontramos , coincidimos, por que era nuestro sino, y cuando se adentró en mi vida, no pensó, me ofreció su compañía, me contó miles de historias, me prometió amor eterno, y me pidió que no la dañase, porque ella también, había sufrido, las heridas, del destino.

Heridas que se escriben con fuego, donde las buenas personas sufren, donde la confianza es traicionada, donde si no se lleva cuidado, te apuñalan por la espalda.
Me sentí identificado, sin apenas darme cuenta, empece a despertar, recordé mi triste infancia, mis amores pasajeros, incluso felices momentos, y me sentía tan bien con ella, que me estaba, empezando a enamorar, me enamoraba de sus palabras, de como lo contaba, de todo lo que había hecho en su vida, sus pensamientos, sus momentos felices, sus amargos momentos, me mostró sus cicatrices, y no paraba de contar.

Son sensaciones que iluminan el alma, algo mágico, que se van sucediendo, que paraliza el tiempo, sensaciones, que nos regalan paz, y que sin saber porque, nos invitan a desear cada día, un poco más. Y así pasaban los días, deseando hablar con ella, que me contara que había hecho, que como estaba, que como se sentía, y todo me lo contaba, lo bueno, lo malo, con quien había hablado, lo que había desayunado. Pero yo, deseaba más, deseaba poseerla, porque en el averno poco se piensa, y no podía contarle mi secreto, que yo también fui un ángel, y por amar a demonios, me enviaron al infierno, y ahora, ahí estaba ella, con sus heridas curadas, ofreciéndome su vida, acariciándome el alma, y sin saber porque, yo, la amaba.

Y como todo me contaba, yo también quería contarle, y le conté mi sentimiento ; “que sin saber porque , yo, la amaba”, mas apenas me conocía, y nuestros tiempos eran distintos, yo ardía en mi infierno y ella , alma blanca ,alma pura, volaba.

Y a pesar de mis maldades, del dolor en mis entrañas, tuve un momento lucido, y si por amar a un demonio, fui un ángel caído, no debía derribar, a este puro ángel, venido.

Suena triste, pero es alegre, yo vivo en mi infierno, me acostumbro a mis dolores, y si una luz se aparece para aliviar mis pesares, debo cumplir mi promesa, la de jamas dañarla, debo cumplir mi promesa, y sin pensar, alejarla.

Pues el dolor que pudiese causarle, seria infinito, porque yo arranque mis alas, y ahora; vivo en mi sitio; y cuando “aparece la mujer de tu vida”, no la puedes condenar, a convivir en tu infierno, porque ha sido ella, la que te ha enseñado, lo que de verdad, significa, amar.

Ahora sigo jugando con fuego, añorando a mi ángel perdido, pero de alejarla, de eso, no estoy arrepentido.

Cortado y copiado de Mario Converse.
Podría ser autobiográfico, pero no lo es....del todo.

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