No me dejes en soledad.
Ahora que por fin estás aquí.
Ahora que al fin te he recuperado.
No te marches lejos.
De mi.
De aquí.
No te alejes justo cuando llenas este vacio que siempre he sentido dentro de mi pecho.
Justo ahora que cogerte la mano me da paz.
Ahora que tenerte cerca hace que mi sol salga timidamente entre las nubes de la tormenta.
No te marches, no me dejes.
¿Quien va a secar mis lagrimas?
¿Quien va a darme impulso cada dia?
¿Quien me va a hacer reir como solo sabes tú?
¿Quien va a sacar una sonrisa de mis labios cuando solo quiero llorar?
No, de ninguna manera te puedes marchar.
Justo ahora que entendí que siempre estuviste ahí.
Delante mia.
Y aunque podía tocarte nunca te vi.
No, por favor.
Quédate.
No te vayas.
Justo ahora que aún con miedo,
con mucho miedo,
te quiero vivir.
Y él tragó saliva,
intentando que ese nudo en su garganta le dejase hablar,
Secó el llanto de esos ojos que le hacian temblar el alma cuando se posaban sobre él.
Recogió con sus manos cada una de las lágrimas que rodaban por sus mejillas,
y acercándose a su oido le susurró:
-No, te quiero y por eso no, nunca, jamás, me voy a ir de ti.
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