viernes, 9 de agosto de 2019

EL NIÑO MÁGICO.

Hace cierto tiempo, conocí una persona excepcional encerrada en el cuerpo de un niño, de unos 9 años creo recordar que tenía entonces.

Un niño cariñoso, de esos que eligen a las personas a las que querer aunque siempre tenga una palabra amable y una sonrisa para casi todo el mundo.

Pero es él quien elige a quien abrazar y decirle "eres el mejor" en mitad de ese abrazo y de esa manera, hacerte sentir que después de todo y de todos, no debes ser tan malo y te sientes afortunado de saber que serás importante para él en un futuro al igual que él será parte de ti el resto de tu vida; se lo gana a golpe de corazón.

Dicen, que cuando coges a un mago y lo pones delante de un niño, hay 2 tipos de reacción que definen que tipo de niño es; si tras hacer su número el mago, el niño se queda solo con la emoción del truco y la fantasía de la magia, te das delante de ti un futuro poeta.
Si por el contrario y tras el truco, el niño intenta descubrir como se hizo el truco, tendrás delante de ti un futuro científico.

Pues este, el niño mágico del que hablamos, será un poeta, porque su primera reacción es de sorpresa ante la magia de la ilusión, pero al momento se pone a buscar el por qué razonable de ese mismo acto, así que también será un científico genial el día de mañana, cuando pierda la inocencia y sea consciente del mundo en el que vivimos.

Y es que un niño tan cariñoso, tan cuidadoso con como hace y dice las cosas, tan despierto, tan inteligente, tan apasionadamente lector de todo aunque tenga predilección por dejarse llevar por las aventuras de fantasía encerradas en las páginas de sus libros, tan vitalmente ávido de conocimiento y experiencia es un niño mágico.

Da igual que prefiera los deportes individuales, no importa que en clase de Kárate prefiera estar haciéndose caras y gestos divertidos delante del espejo, carece de importancia si cuando le pasan el balón en cualquier deporte en equipo, no sepa como reacción ar y prefiera pasarle el balón a quien tenga más cerca.

Da igual.

Y es que los niños son eso, niños y hay niños especiales, aunque luego exista una raza de niños muy especiales, mágicos, la raza a la que el niño mágico pertenece.

Aunque a veces nos sea imposible saber comprender sus reacciones.

O sus razonamientos.

O que simplemente nuestros hijos no tienen que ser un calco de nosotros mismos a su edad; nuestros hijos son nuestros pero sus vidas, sus ilusiones y sus preferencias son suyas.

Porque no son perfectos, al igual que nosotros tampoco lo somos, aunque El Niño Mágico en cuestión sea imperfectamente perfecto.

Seguramente lo heredó de su madre.

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