Hoy he estado revisando fotos del álbum del móvil, borrando todas aquellas que solo ocupan espacio en la memoria electrónica y no en mi interior.
Y he vuelto a ver todo lo nuestro en imágenes; todo, fotos, notas, memes, fotos nuestras, como si fuese una película.
Y aunque no he podido verme la cara, sé que se me escapaba una sonrisa casi siempre.
Y alguna que otra lagrima que por supuesto no he dejado rodar por mis mejillas;
La sonrisa era de esas que mezcla felicidad, cariño, añoranza, pena, derrota y dudas.
La lágrima también.
Y cuando he cerrado la app se me ha quedado una sensación extraña, como de haber tenido la felicidad más grande que nunca tuve y haberla visto desaparecer delante mía, como el niño que es feliz con un cubito de hielo en la mano pero ve como poco a poco se derrite en su palma sin poder hacer nada para retenerlo y es que, aunque para él parezca un diamante, es un simple trozo de hielo que con el calor (a veces demasiado calor) se convierte en agua que se cuela entre sus dedos y gotea...
Como la lagrima rebelde que al final ha conseguido escapar de mis ojos rodando por mis mejillas,
Sin poder detenerla.
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