En que la respeten.
En que la quieran.
En que la cuiden.
En que la mimen.
Nunca lo dijo, pero tiene una sombra en la mirada que hace pensar que no la trataron precisamente bien en el pasado.
Y ahora eso le hace estar siempre alerta, intentando adelantarse al mazazo que imagina le dará el destino.
O ese hombre en quien pone su ilusión.
No entiende que alguien la cuide, que le regale mimos y que tenga la extraña afición de acariciar su espalda mientras están a punto de dormirse.
No entiende que alguien quiera de ella algo mas que sacar provecho de su cariño o de su cuerpo, no entiende que alguien no la quiera utilizar ni tratarla como un juguete.
Y a pesar de que ella lo desea con toda su alma, algo le hace guardar una distancia de seguridad emocional que impide que alguien se acerque verdaderamente a su corazón.
Y se entrega, con una generosidad que no aparenta tener, con una dulzura y una ternura que no parecen propias de ese gesto severo que lleva como máscara, a pesar de que cuando sonríe, amanece en su rostro.
Y es extraño que sea así con la ropa puesta, pues cuando se la quita y se mete entre blancas sábanas se entrega hasta el final, sin límites ni fronteras que aten sus ganas de gozar, hasta que se siente completamente llena y su mano pone freno a los gemidos de su boca.
Ella es así, complicada y difícil de querer, aunque quizás justo porque antes lo hicieron tan mal, es quien mas lo merece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario