domingo, 27 de octubre de 2019

COMO SOLÍAMOS HACERLO.

Tengo ganas de volver a dejarme acariciar por el viento que hacen tus pestañas al moverse de arriba a abajo, de zambullirse en esas aguas tan cálidas como tus besos.

Recorrer esos caminos que me llevan de una cima a la otra de tu pecho y deslizarme desde allí hasta acabar cayendo en tu ombligo. 

Dar saltos de lunar a lunar de tu espalda, como si fuese un niño saltando de piedra a piedra de un estanque. 

Ganas de embriagarme con el aroma a limpio que desprende tu cuerpo mientras te secas con la toalla tras el baño y escribir tu nombre surcando el vaho que se pega al espejo. 

Comprobar cuántas micras de distancia he de dejar entre tu piel y la yema de mis dedos para tocarte sin hacerlo y que tu piel se erice hasta que el vello suave que la cubra parezca un campo de trigo al atardecer.

Eso y amarte, morderte, saborearte y estrujarte entre mis brazos, como solíamos hacerlo. 

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