domingo, 16 de agosto de 2009

EL BUCEADOR, LA OSTRA Y SU PERLA. 2 PARTE

El buceador, muchos meses despues aun seguia disfrutando de la ostra y de la belleza de su perla.

Llegó un momento en que la ostra confio totalmente en el buceador y se abrió por completo. En ese tiempo, el buceador cuidaba de la ostra, le contaba historias de tiempos pasados, de gentes desconocidas, le traia preciosos ramos de anemonas para alegrar su existencia, para hacerla mas feliz cada dia que pasaba. No dejaba que los cangrejos se acercasen a ella y pudiesen hacerle daño, cuidaba de que ningun pez hambriento intentara morder su carne jugosa, ni que ningun pulpo ladron robase su perla, su preciada perla brillante.

La ostra por su parte, tambien cuidaba del buceador. Le ofrecia su concha para que el apoyase su cabeza y descansara, acariciaba su cara cuando lo veia triste y siempre tenia guardadas para el unas cuantas burbujas de oxigeno para que no le faltase el aire. Cuando veia la cara del buceador oscuracida por alguna preocupación, hacia brillar su perla con tal intensidad que parecia que el sol viviese bajo las aguas del mar, y eso era todo cuanto el buceador necesitaba para sonreir y ser feliz.

Durante ese tiempo, tambien pasaron por encima de ellos sombras de peces malvados, de tiburones con enormes dientes que querian devorarlos, de calamares gigantes que querian atraparlos con sus tentaculos y arrastrarlos al fondo del mar, ahi donde no llegan los rayos del sol, de ballenas orcas voraces que querian separarlos para llenar sus estomagos con ellos. Pero ellos habian podido vencerlos siempre, habian encontrado la manera de que cada ataque los uniese mas y mas, convirtiendolos en un mismo ser.

Pero un dia algo cambió. El buceador se volvio mas cauto, siempre estaba a la defensiva, para que nada del exterior pudiese dañarlos a ambos, dejando sin darse cuenta de brindarle la misma atención que antes ofrecia a su amada ostra.

Ella por su parte, preocupada por que no faltase nada en su relación, porque ningun otro pez se acercase a su buceador y lo arrastrase lejos de alli dejo de ser tan dulce con el, y lo que es peor aun..empezo a cerrarse otra vez!!!

El buceador, al percatarse de que la perla perdía brillo, de que la concha de su amada ostra se cerraba poco a poco intentó abrirla a toda costa, pero ella no se daba cuenta de sus esfuerzos. En un desesperado intento por no dejar que se cerrase, metio su cuchillo en la concha he intentó hacer palanca para volver a abrirla, pero ella se cerraba poco a poco sin ver que el buceador se quedaba sin aire para respirar.

Las burbujas de aire que hasta ahora la ostra habia dado al buceador, le habian permitido permanecer junto a ella, sin tener que subir a la superficie a llenar sus pulmones del oxigeno que lo mantenia con vida. Pero ahora, al irse cerrando habia dejado de generar esas burbujas que el buceador necesitaba.

El se desesperaba al verla cerrarse, al sentir que el brillo de su perla, el brillo que lo habia mantenido feliz y en paz hasta ese momento desde el dia que la conoció, desaparecía poco a poco y lo iba a sumir en la oscuridad de nuevo. Por lo tanto no iba a dejar que se cerrase, le costara lo que le costara, sin poder respirar tiraba y tiraba con mas fuerza cada vez, le gritaba con el poco aire que le quedaba en sus pulmones que no podia cerrarse, que la necesitaba para poder respirar, pero ella estaba ya tan cerrada, que apenas oia sus gritos.

El sentia que sus pulmones iban a estallar. Sin las burbujas de vida que ella le habia estado dando solo le quedaba la opcion de subir a la superficie a tomar aire, llenar sus pulmones y bajar otra vez a seguir intentando abrir su concha como lo estaba antaño. Pero el tenia miedo; miedo de subir a respirar y que al bajar ella se hubiese cerrado para siempre, que nunca mas volviese a ver brillar esa perla refulgente.

Solo le quedaba entonces otra posibilidad: quedarse bajo las aguas en un desesperado intento de abrirla otra vez, gritarle con todas sus fuerzas, a ver si sus palabras traspasaban su gruesa concha y ella volvia a llenarle los pulmones con esas burbujas magicas que tanto bien le habian hecho.

Esta es la continuación de una fábula que escribi y publiqué en este mismo blog en Mayo de 2008. Hubiese deseado que esta continuación fuese distinta, pero la vida viene como viene, y no siempre somos dueños de nuestro destino.
Está inacabada, solo el tiempo nos dirá que porvenir se ofrece para nuestro buceador y su querida ostra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

:)

máster...máster... de muchas de las cosas de nuestras vidas.

Un abrazo mu fuerte