jueves, 14 de febrero de 2019

AMANECER.

Que si amiga mía, que ya está bien, que si te dicen que te quieren, lo demuestren, que no sean palabras vacías para conseguir un rato de gimnasia en la cama, que no sea para satisfacer el ego de saberse deseado y querido, pensado, anhelado, mimado y cuidado aunque sea a distancia, que a todos nos gusta ser el centro de los pensamientos de alguien, saber que somos lo más importante, el motivo de sonrisas expontaneas aún sin tenernos delante, tener un buenos días en el móvil y una llamada furtiva cuando nuestro ritmo de vida nos da esos 43 segundos necesarios para coger el teléfono y decir: que no te olvides que te quiero y que daría lo que fuese por abrazarte ahora mismo.

Y no amiga, no dan lo que fuese, ni siquiera dan lo que pueden, dan lo que les sobra y estás para cosas mejores que el recibir migajas, que ser el recurso de cuando se encuentra aburrido, o solo, o necesita alguien que disimule esa sensación de que su vida es un asco.

Porque vivir así, tan vacío como para necesitar jugar con el corazón de alguien es tener un asco de vida, por muchos likes que tenga su muro y su instagram, por muchos privados de mesenger que le pidan un cita, por muchas babas que le tiren sobre sus fotos publicadas y le hagan pensar que todo eso tiene algún valor más allá del ensalzar su pobre, triste, inmaduro y ridiculo
ego.

Estás para mucho más que sacarle brillo a su superficialidad a costa de tu luz interior y del brillo de tu sonrisa, que esos pequeños instantes de felicidad que te ofrecen sus exiguos momentos de atención no compensan todas las horas, días y semanas de desasosiego, de mirar tu aplicación de mensajería por si acaso entró algo suyo, aunque sea un sticker que deje constancia que algo pintas en su vida, aunque lo único que pintes sea el ser su muñeco roto que de vez en cuando recoge del fondo del baúl de sus juguetes.

Y en contra de esa frase que dice "no perdimos nosotros si no que nos perdieron" no, nunca te perdieron porque nunca te tuvieron, simplemente se limitaron a rechazar todo lo que eres y a utilizarte por todo lo que les hacías sentir; por cómo les hacías sentir.

Avanza mientras él se queda atrás, solo y vacío, sin la felicidad que te da a ti tu vida, tu familia, tus valores y la ilusión que cada día te hace levantar sonriente; su vida se basa en algo que se acaba más pronto o más tarde y sin eso, no es nada, un muñeco roto y sin alma.

Y como tal envejecerá.

Así que vuela, vete sin mirar atrás, no te molestes en cerrar la puerta porque nunca la volverás a cruzar, que estamos hechos para brillar sin que nada nos reste luz.

Que se ponga las gafas de sol porque vas a amanecer.

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