La vista, el oido, el olfato, el tacto, el gusto...
Tendemos a usarlos todos a la vez, haciendo de cada cosa un torrente se sensaciones.
Tanto, que a veces, de tanto sentir, nos pasan muchas cosas por alto.
De tanto sentir, no disfrutamos con plenitud todo lo que vivimos.
Creo que la culpable de todo es la vista, que no nos deja aislarnos.
Quizás deberíamos aprender a hacer ciertas cosas con los ojos cerrados.
Tal vez, si cuando acariciasemos esa piel que tanto amamos cerrasemos los ojos,
podríamos notar con la yema de nuestros dedos, como se eriza esa piel bajo nuestro tacto.
Como se establece una corriente electrica en el preciso momento en que estamos tocando aun sin tocar
Y de esa manera, centrándonos solo en sentir a quien siente,
en sentir como se siente, podríamos hacer del dar un placer más grande que el recibir.
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