domingo, 24 de noviembre de 2024

ENCIMA TUYO.

Llegaste sin llamar hace mucho,
De golpe.
Rompiendo mis esquemas.
Mis principios.
Y por mantener mis lealtades ahí te quedaste.
Ahi te dejé.
Tras el cristal.
Y fui un niño que mira una bicicleta cara a traves del escaparate.

Y si, yo tambien quería subirme encima tuyo.

Y cuando no te esperaba, llegaste de nuevo a mi vida.
Volviste a romperme los esquemas.
Mis principios.
Aunque ya no debía lealtades.

Y aunque ya no era un niño, ni tú una bicicleta tras el cristal de un escaparate.

Seguía queriendo subirme encima tuyo.


CON LOS OJOS CERRADOS.

Vivimos casi todos con un buen puñado de sentidos.
La vista, el oido, el olfato, el tacto, el gusto...

Tendemos a usarlos todos a la vez, haciendo de cada cosa un torrente se sensaciones.

Tanto, que a veces, de tanto sentir, nos pasan muchas cosas por alto.

De tanto sentir, no disfrutamos con plenitud todo lo que vivimos.

Creo que la culpable de todo es la vista, que no nos deja aislarnos.

Quizás deberíamos aprender a hacer ciertas cosas con los ojos cerrados.

Tal vez, si cuando acariciasemos esa piel que tanto amamos cerrasemos los ojos,
podríamos notar con la yema de nuestros dedos, como se eriza esa piel bajo nuestro tacto.

Como se establece una corriente electrica en el preciso momento en que estamos tocando aun sin tocar 

Y de esa manera, centrándonos solo en sentir a quien siente,
en sentir como se siente, podríamos hacer del dar un placer más grande que el recibir.

A CONTRALUZ.

Descoserse el pecho, despegarse del pasado.

Ver brillar esos ojos cuando te miran,
Ese pecho que sube y baja cuando te siente cerca.

Esa boca que se torna blanca enmarcada en rojo y amanece al sonreírte.

Esos dedos que juegan con los tuyos mientras habláis en el sofá.

Esa risa que brota de dentro de su pecho, sube por su garganta hasta salir por su boca y hacerme el hombre más feliz del mundo.

Todas esas cosas que recordaba de ella y ahí seguían, esperándome para abrir mi pecho como un armario, coger mi corazón entre sus manos y volver a darle cuerda para hacerlo funcionar.

Así, mirando al fondo sin mirarme, mientras yo la veo a contraluz.